LOS ENIGMAS DE COSÌ FAN TUTTE DE MOZART - TRIVIAL PARA CONSEGUIR UNA DE LAS DIEZ ENTRADAS PARA ESTA ÓPERA EN LOS CINES VAN GOGH - JUEVES 13 FEBRERO´14 - 20H
de Wolfgang Amadeus Mozart
grabada en directo en el Festival de Salzburgo de 2009
en los Cines Van Gogh de León
grabada en directo en el Festival de Salzburgo de 2009
en los Cines Van Gogh de León
a las 20h el jueves 13 de febrero´14
Los Cines Van Gogh nos ofrecen 10 entradas para las 10 primeras personas que acierten las respuestas a este TRIVIAL y las envíen a este correo: leon@jmspain.org indicando las respuestas correctas, nombre y apellidos (sólo se admitirá una respuesta por dirección de correo y por persona, teniendo prioridad quien no se haya beneficiado del trivial anterior).
Las personas afortunadas recibirán un correo de confirmación y podrán recoger la entrada en la taquilla de los Cines Van Gogh el jueves 13 de febrero.
- ¿Quién escribió el libreto de esta ópera?
- ¿Qué otras óperas de Mozart tienen libreto suyo?
- ¿Cuándo y dónde se estrenó en España esta ópera de Mozart?
Director musical: Adam Fischer
Director de escena: Claus Guth
Decorados: Christian Schmidt
Vestuario: Anna Sofie Tuma
Iluminación: Olaf Winter
Coreografía: Ramses Sigl
Video: Alex Buresch y Kai Ehlers
Dramaturgia: Andri Hardmeier
Maestro del coro: Thomas Lang
artiStaS, perSonajeS y voCeS
Miah Persson | Fiordiligi, dama de Ferrara | soprano
Isabel Leonard | Dorabella, su hermana |
mezzosoprano
Topi Lehtipuu | Ferrando, oficial enamorado de
Dorabella | tenor
Florian Boesch | Guglielmo, oficial enamorado de
Fiordiligi | barítono
Bo Skovhus | Don Alfonso, viejo filósofo | bajo
Patricia Petibon | Despina, criada | soprano
En 1790, el emperador José II encargó a Mozart y al libretista Lorenzo da Ponte una ópera basada en una anécdota de la época: dos hombres apuestan sobre la fidelidad de sus prometidas. Così fan tutte (“así hacen todas”) supuso el primer libreto completamente original del poeta italiano (Las bodas de Fígaro se basaba en Beaumarchais y Don Giovanni, en Tirso de Molina), aunque el tema de los celos y las pruebas de lealtad de la pareja aparecían ya en el Decamerón de Boccaccio o en El curioso impertinente, relato incluido en El Quijote.
La apariencia de frívola comedia de enredo encubre la profundidad psicológica de un argumento que analiza lo impredecible de las emociones y la naturaleza frágil de la felicidad. En el tercer y último capítulo de su fructífera sociedad con Mozart, Da Ponte dio protagonismo a un elemento que ya usó en Fígaro y Don Giovanni: los disfraces. Si antes servían para que unos personajes burlasen a otros, aquí les permiten manifestar sus verdaderos sentimientos escondidos. No pocos ensayos han considerado que el viejo Don Alfonso, instigador del engaño y motor del relato, es una especie de Don Giovanni sabio y desencantado que comparte sus enseñanzas.
La música de Mozart
En una escena de la película Amadeus, el párroco que visita al viejo Salieri no reconoce ninguna de las piezas que toca al piano. En cambio, nada más oír las primeras notas de la Serenata nocturna, empieza a canturrearla. Milos Forman supo captar una de las características esenciales de Mozart: la increíble naturalidad de su música, elegante, organizada, perfecta. “Penetra el oído con facilidad y difícilmente deja la memoria”, diría el legendario director Sir Thomas Beecham.
A diferencia de títulos como La flauta mágica, en Così fan tutte no hay un gran hit popular. Pero tampoco un solo momento de relleno: el genio de Salzburgo desplegó todo su talento tanto en las arias (Un’aura, de Ferrando) como –más que nunca- en los abundantes conjuntos: seis dúos, cinco tríos (tres de ellos seguidos, al principio), un cuarteto, dos quintetos y tres sextetos. Siempre audaz al caracterizar a los personajes, la música diferencia a las tres parejas protagonistas: Fiordiligi y Ferrando, profundos y nobles, son prototipos de ópera seria; los descreídos Despina y Don Alfonso se vinculan a la comedia bufa y a su tradición de disfraz y travestismo. La pareja restante está a medio camino.
Lo más deslumbrante es que la música muestra la evolución de cada uno. Fijémonos en Dorabella. Su primera aria parece trágica –su prometido se acaba de “marchar” a la guerra-, pero Mozart se ríe de esa histeria sobreactuada: entrecorta su rapidísimo canto con respiraciones nerviosas. De hecho, ella es la primera que cae en la tentación. ¿Cómo? Haciendo caso a Despina; y dado que la criada le canta sus consejos en compás de 6/8, la joven adopta ese ritmo ternario en su siguiente aria, señal de que ha asumido su filosofía.
A sus 35 años, Mozart ya había escrito sus grandes sinfonías, y su dominio de la orquesta resulta asombroso. Cada instrumento aporta algo distinto, en especial los de viento: en Per pietà, la soprano dialoga con la trompa y la flauta travesera. También experimenta combinaciones nuevas de timbres para crear ambientes, como la serenata de viento madera en Secondate aurette; o, en el cuarteto final, las cuerdas que parecen tambalearse de embriaguez, igual que los protagonistas, que beben vino y se van calentando. El mejor resumen de esto es el trío Soave sia il vento, uno de los más bellos jamás creados. Los dos jóvenes se alejan en barco mientras sus amadas y Don Alfonso los despiden. La orquesta, ondulante, imita las olas; el texto invoca la calma, y la armonía de las voces nos eleva.
Sobre Così fan tutte
Los celos solían ser motivo de discusión entre Mozart y su mujer, Constanze. Ella desconfiaba de las cantantes que flirteaban con el compositor, mientras que él reprobaba su conducta "frívola y coqueta” y sospechaba que mantenía una relación con un alumno. De ahí que le entusiasmase el libreto que le sugirió Lorenzo da Ponte por encargo de José II (aparte de que, según escribió su biógrafo Franz Xaver, “económicamente no estaba en condiciones de rechazarlo”). Era la oportunidad de predicar un mensaje de comprensión matrimonial.
El exitoso estreno, en 1790, parecía suponer la definitiva aceptación del músico de Salzburgo en Viena, pero la mala fortuna hizo que pocas semanas después falleciera el emperador: el luto general de la corte obligó al cierre de los teatros durante meses, y a la vuelta ya no se repuso en cartel. El siglo XIX la condenó al ostracismo: pese a que critica las debilidades de ambos sexos, se la consideró inmoral y machista (su título proviene del primer acto de Las bodas de Fígaro, cuando el personaje de Don Basilio sentencia: “así hacen todas las mujeres bellas”). La nueva corriente romántica abominó del libreto, encabezada por dos idealistas de la pureza femenina como Wagner y Beethoven.
Por suerte, el siglo XX recuperó esta tragicomedia incómoda y “de inquietante ambigüedad, sutil juego de emociones verdaderas y fingidas”, incide el musicólogo Javier Pérez Senz. Si Don Giovanni se desarrollaba en una atmósfera opresiva, Così fan tutte desborda melancolía. Aunque el texto sigue generando división, la maestría musical no se discute: la partitura completa un retrato de la condición humana más hondo y realista de lo que parece. Todo invita a dobles lecturas: la estructura es perfectamente simétrica, de modo que cada escena del primer acto tiene su réplica en el segundo; por ejemplo, al inicio de la obra Don Alfonso defiende que la fidelidad es una mentira, y al comenzar el segundo acto, Despina persuade a las dos hermanas de que sean infieles.
Incluso la armonía está calculada. El acorde de La Mayor vincula a Fiordiligi y Ferrando: cada uno canta su primera aria en esa tonalidad, que no vuelve a sonar hasta que se besan en el dúo de amor. Con su transgresor montaje de Così fan tutte, el escenógrafo Claus Guth completó la trilogía Mozart-Da Ponte en el festival de Salzburgo. La sitúa en un loft contemporáneo, con un reparto en el que tan importante como cantar es actuar: atención a la sueca Miah Persson, memorable Fiordiligi.
SINOPSIS
ACTO I
En la obertura, la orquesta presenta la frase musical que pronunciarán los hombres en el segundo acto: “così fan tutte”. Dos militares, Ferrando y Guglielmo, alaban a sus prometidas, pero el viejo filósofo Don Alfonso replica: “La fidelidad de las mujeres es como el ave fénix”; todos hablan de ella, pero nadie la ha visto. Deciden hacer una apuesta: si cumplen cuanto él les indique, comprobarán la deslealtad de las jóvenes en un solo día.
Don Alfonso anuncia a las hermanas Dorabella y Fiordiligi que a sus novios los llaman a la guerra. Guglielmo y Ferrando aparecen para despedirse (Sento); al ver su tristeza y sus promesas, reafirman su fe en ellas. El viejo ríe, escéptico.
Un barco militar recoge a los oficiales (Bella vita). Conforme se alejan mar adentro, sus amadas y Don Alfonso les desean buen viaje en el trío Soave sia il vento, de música celestial y texto sosegado.
Las hermanas comparten impresiones con Despina, su doncella. Dorabella, muy dada al melodrama, se duele exageradamente (Smanie implacabili). ¿Para qué llorar?, dice Despina: ¡remplazadlos por otros! “En hombres, en soldados, ¿esperáis fidelidad?” (In uomini).
Para ganar la apuesta, Don Alfonso se compincha con la criada. ¿Su estrategia? Disfrazar a Guglielmo y Ferrando de dos empresarios de Albania. Cuando el filósofo presenta a sus “mejores amigos” (sexteto sublime, Alla bella Despinetta), las hermanas se indignan por la llegada de invitados no autorizados: “¡Hombres en nuestra casa! ¡En un día como hoy!”. Guglielmo mete baza desde el principio: “Somos fuertes, estamos bien hechos”. A diferencia de la voluble Dorabella, Fiordiligi proclama su fidelidad, “como una roca contra la tempestad”, en la crispada Come scoglio.
Los soldados se ven vencedores de la apuesta. Ferrando canta al “corazón alimentado con esperanzas” en la preciosa aria para tenor Un’aura amorosa. Entonces, Don Alfonso deja que Despina tome las riendas del plan. La doncella sienta cátedra: “¿Qué es el amor? Placer, gusto, diversión… ya no es amor si resulta incómodo”.
Al día siguiente, los dos “albaneses” amenazan con suicidarse si las hermanas siguen dándoles calabazas. Simulan beber un veneno, pero sobreviven gracias a un supuesto doctor (Despina disfrazada). Dorabella y Fiordiligi los cuidan con cariño y empiezan a sentir la tentación (“¡qué tipos más interesantes!”), aunque ellos meten la pata cuando les piden un beso. ¡No tan deprisa!
ACTO II
Despina convence a las hermanas de que el coqueteo no hace daño: “Fingir la risa, contentar a cientos, dar esperanza a todos” (Una donna). Otra lección más de la “escuela de los amantes” (es el subtítulo de esta ópera). Dorabella, muy receptiva, elige “al morenito” (Prendero quel brunettino), es decir, a Guglielmo, el novio de la otra. Deciden “divertirse un poco” hasta que regresen sus amados.
Los albaneses las esperan para un paseo (Secondate, bella serenata de viento madera). Están orgullosos de la lealtad de sus novias, pero también decepcionados por no lograr seducirlas (ellos, ¡dos italianos!). Guglielmo corteja a Dorabella, que le acaba entregando un colgante donde guarda el retrato de su amado, en el sensual dúo Il core vi dono. Fiordiligi se resiste a Ferrando, aunque eso le atormenta: “Estoy ardiendo (…) mi valor destruirá el deseo” (Per pietà, con solo de trompa).
Cuando Guglielmo relata a su amigo el escarceo con su prometida, Ferrando se enfurece: “¿Cómo ha podido olvidar en tan poco tiempo?”. El barítono se pavonea de la fidelidad de Fiordiligi, lo que espolea a Ferrando para volver al acecho. Se presenta ante ella justo cuando está a punto de ir a buscar a su prometido al ejército. Él se declara (Fra gli amplessi) y ella no aguanta más: “Haz conmigo lo que quieras”. Don Alfonso ha ganado la apuesta.
Al verlos, Guglielmo se tira de los pelos, pero el viejo les da su mejor consejo: que las perdonen y se casen con ellas. “Aceptadlas. Jóvenes, viejas, hermosas y feas, todas hacen lo mismo”. Così fan tutte.
Mientras Despina prepara la boda, las dos parejas se sientan a brindar con vino y coquetean en el insuperable cuarteto Come par che. Los violines reflejan cierta embriaguez, y las voces se persiguen en un canon, salvo el rabioso Guglielmo, que va apostillando: “¡Ojalá bebieran un veneno!”.
Entra un notario –Despina, de nuevo disfrazada- con el contrato. Nada más firmar, se oye un coro militar: ¡vuelven sus prometidos! Las hermanas esconden a los albaneses. Ellos, al rato, regresan con la apariencia de Guglielmo y Ferrando, y se hacen los ofendidos cuando “descubren” la boda. Finalmente, van a buscar a los extranjeros… y salen con sus disfraces en la mano. Las mujeres no dan crédito: ¡las han engañado todo este tiempo! Don Alfonso resuelve que las parejas se reconcilien, y juntos cantan una moraleja sobre el lado bueno de las cosas. No obstante, Da Ponte deja enigmas: ¿quién debería estar más enfadado: ellos, por la infidelidad, o ellas por la mentira? ¿Volverán a confiar? Ni siquiera aclara quién acaba con quién.
Texto: Javier Heras
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