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sábado, enero 15, 2011

LOS LUGARES DE LA MEMORIA - TESTIMONIOS DEL LIBRO "LEÓN BAJO LA DICTADURA FRANQUISTA 1936-1951" DE JAVIER RODRÍGUEZ GONZÁLEZ


En esta entrada podéis leer unas citas del libro del historiador y Profesor de Historia Contemporánea Javier Rodríguez González titulado "León bajo la Dictadura Franquista (1936-1951)" publicado por la Universidad de León en 2003 en las que se puede conocer de primera mano las condiciones en las que vivieron las personas que sufrieron el internamiento en el campo de concentración de San Marcos.


A continuación, páginas extraídas del capítulo "La "legalización" de la represión y las cárceles franquistas" (págs 82 a 96)

La vida de los prisioneros en San Marcos fue muy dura, tal y como expresan distintos testimonios que a continuación reflejamos.
El escritor Victoriano Crémer, que estuvo preso en San Marcos, nos describe como era una de esas celdas:

"Nos tiraron sobre el cemento, encharcado de orines, de lo que después figuraría en la distribución oficial y ordenamiento interior de San Marcos-prisión, como celda número cinco: Una cuadra de pavimento enrasado de cemento, de techo alto, puerta con llave y cerrojo y ventana amplia provista de barrotes. A la cabecera de la celdona, no más de cuarenta metros cuadrados, aparecían los muretes para la divisoria de los caballos alojados. Al vaciar las cuadras para encerrar hombres, con la urgencia, a nadie se le ocurrió limpiarlas. ¿Para qué y, sobre todo, para quién? Y aparecían cubiertas de excrementos caballunos y de orines (...)-¡Ahí tenéis! Si queréis limpiarlo, mejor para vosotros. Desde la puerta el vigilante nos lanzó un caldero y unos trapajos. Efectivamente se imponía la recogida de la porquería caballar esparcida por la celda (...)"1.

Puedes seguir leyendo otras citas en

3 comentarios:

juanluisgx dijo...

Consuelo Gonzalo Demaría(2) nos ha dejado en sus memorias importantes testimonios sobre su paso por varias cárceles españolas, que reflejan la represión en toda su crudeza, como su llegada y estancia en San Marcos:
"Después de estos días aciagos llegó la hora de nuestro traslado para San Marcos; fue horrible. A las nueve de la mañana salimos de Riaño en un camión de ganados escoltados por dos autocares de la Policía Armada, uno delante y otro detrás del camión. Quede bien claro que a nosotros nos trataban como a los animales y en muchas ocasiones peor (...). En todos y cada uno de los pueblos que hay en la carretera, hasta llegar a León, paraban el camión para que todos aquellos que lo desearan nos torturaran a su manera. El personal estaba como loco. Unos falangistas de verdad y otros deseando parecerlo para redimirse así de los castigos de los asesinos por los que estaban invadidos; nos maltrataron con crueldad. Muchos sangrábamos como corderos en el matadero. Cogían las almadreñas por la pella de atrás y con el resto nos daban con fuerza en la espalda y donde podían. A mí me rompieron una vena en la espalda y estuve algún tiempo echando sangre por la boca (...).
Llegamos a las once de la noche y algunos aún estábamos en ayunas. Bueno, digo en ayunas y no es verdad, llevábamos infinidad de tortas en nuestro lacerado cuerpo. Los hombres los ví desaparecer al bajarnos del camión, con gran pena, pensando que quizás no los volvería a ver, como así sucedió con varios. A mí me llevaron por unos largos pasillos que circundaban un patio interior hasta llegar a un reducido y oscuro michinel que apestaba a carne y sangre podrida. Como era de noche y no había luz artificial no me pude enterar de lo que había en aquel triste antro putrefacto. Solamente tenía para ventilarse y al mismo tiempo recibir una luz opaca que había al otro extremo del patio, una pequeña ventanilla con dos rejas en cruz. Abrieron la puerta y de un fuerte empujón me hicieron entrar. Cerraron la puerta diciéndome que desde allí al cielo. Haciendo honor a la verdad, debo decir que me sentí desfallecer más que en ningún otro momento de mi vida. Mil pensamientos macabros se agolpaban en mi cerebro. Hubiera deseado morir repentinamente para dejar de ver aquellos látigos indeseables, pero como el destino manda, de nada me servía desear cosa ninguna"(3).

juanluisgx dijo...

Dado el considerable número de detenidos también se utilizó como cárcel una fábrica de curtidos en el barrio de Santa Ana de León (500 detenidos de media) y se contaba también con la Prisión Provincial, donde eran ejecutados los condenados a garrote vil. El 26 de marzo de 1938 el Gobierno Militar solicita al Alcalde de León dos guardias municipales para remediar la falta de personal en la Prisión Provincial: "(...) no disponiéndose más que de un solo celador con que atender a más de setecientos reclusos"(4).

Consuelo Gonzalo Demaría nos describe la cárcel provincial de León:

"Nos comunicamos entre sí las escasas y falsas noticias que familiares y amigas nos daban para darnos ánimos, hasta que al fin, rendidas de tanto hablar quedamos dormidas hasta el toque de la campana que nos ordenaba levantarnos. Una vez vestidas llegó el guardián y nos bajó al patio; éste, así como la cárcel era un antro de desolación, muy pequeño y de un piso muy malo. En el lateral derecho, hacia el final, había una puerta que daba entrada a una horrible mazmorra, allí dentro se encontraban ya derruidos los artefactos propios para la horca tan cruel de épocas pasadas. Producía espanto y pena sólo con pensar que otros seres tan desgraciados como nosotros habían dejado allí su vida en presencia del verdugo que los ajusticiaba. A este lugar, no sé por qué, lo llamaban mis compañeras "La Cuadra"; allí nos era necesario entrar siempre que llovía o nevaba ya que no teníamos otro sitio mejor donde cobijarnos en dichas ocasiones. Las horas que estábamos en dicho antro eran muchas, puesto que, teníamos que estar en el patio desde las siete de la mañana hasta las siete de la tarde (...)" (5).


Del resto de la provincia conocemos las condiciones de vida de la cárcel de Valencia de Don Juan a través del "Expediente de opción al Premio Calvo Sotelo" del año 1940, donde se hace referencia a las reformas llevadas a cabo durante la guerra pues "(...) se encontraba para las necesidades actuales con gran número de reclusos en pésimas condiciones de higiene y sin desagüe de aguas negras (...)"(6).

Estos testimonios nos hablan de encarcelamientos masivos que hacían realidad la idea excluyente según la cual los vencidos no tenían sitio en el nuevo Estado, de malas condiciones higiénicas, de torturas; en fin de la degradación total de la persona.
Muchos de los milicianos que no fueron sentenciados a muerte terminaron en destacamentos penales o batallones de trabajadores (7). El más importante era el perteneciente a Minas Moro S.A., situado en Fabero y posteriormente trasladado a Matarrosa del Sil. Estos batallones se utilizaron, entre otras cosas, para la construcción de vías de comunicación, como lo testimonia la Memoria del Gobierno Civil del año 1938:

"(...) se trabajó en la construcción de los caminos de Benavides a Antoñán y Joarilla a Sahagún, habiéndose dado mucho impulso mientras se dispuso de aquellos Batallones, a las obras de la carretera de Castrocontrigo a Truchas"(8).


También se empleó la piedra machacada por los prisioneros de guerra para colocarla en las calles, plazas y avenidas de León.

juanluisgx dijo...

NOTAS A PIE DE PÁGINA

(1) CREMER, Victoriano. El libro de San Marcos. León: Nebrija, 1980. p. 93. La lectura de este libro es necesaria para conocer la vida en la cárcel de San Marcos, así como a varias de las personas que en esos años pasaron por allí.

(2) Entrevista con Consuelo Gonzalo Demaría el 15 de marzo de 1999. Nació en Posada de Valdeón en 1913; su ideología de izquierdas tuvo como consecuencia que fuera perseguida durante la guerra y la posguerra. En esta entrevista me cedió una copia de sus memorias que hasta ese momento había guardado para su círculo familiar. Terminó de escribirlas en 1974 y las tituló Larga Lucha. Este título refleja bien lo que fue su vida; la larga lucha por la libertad: en 1937 estuvo presa en San Marcos, después en el Castillo de San Antón (La Coruña), más tarde en la cárcel provincial de León, en la prisión de Astorga y en el penal de Saturrarán (Guipúzcoa), hasta que en abril de 1943 le concedieron la libertad condicional; en 1945 le llegó la definitiva.

(3)Libro de Memorias de Consuelo Gonzalo Demaría.

(4) Gobierno Militar de la Plaza y Provincia de León. AML, caja 1314.

(5) Libro de Memorias de Consuelo Gonzalo Demaría.

(6) Expediente de opción al Premio "Calvo Sotelo" del ayuntamiento de Valencia de Don Juan. Año 1940. Archivo General de la Administración. Gobernación, caja 2633.

(7) En la última parte de la guerra se crearon los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, formados para determinadas categorías de nuevos prisioneros del Ejército republicano considerados de algún modo "responsables políticos" o no rehabilitados, acusados o no de delitos individuales. También un pequeño número de soldados nacionales culpable de infracciones fue incluido en los batallones.
El trabajo forzado se utilizó para diversos proyectos en la primera posguerra, especialmente en Marruecos y en Andalucía. El proyecto más importante, sin embargo, fue la construcción del Valle de los Caídos. Así se conseguía mano de obra barata para los empresarios que comulgaban con el régimen o para reconstruir el país.
Estos batallones fueron el antecedente de las redenciones de penas; un decreto del 9 de junio de 1939 establecía medidas para la reducción de las condenas hasta en un tercio a cambio de trabajo voluntario, y el 8 de septiembre se dispuso la creación de varias "colonias penitenciarias militarizadas" para contribuir a la reconstrucción.

(8) Memoria del Gobierno Civil de León. Agosto de 1938. Archivo General de la Administración. Gobernación, caja 2791.