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viernes, enero 07, 2011

LOS LUGARES DE LA MEMORIA - HISTORIA DEL ESTRENO DEL CUARTETO PARA EL FIN DE LOS TIEMPOS DE OLIVER MESSIAEN


Cartel original de Henri Breton anunciando la primera audición del Cuarteto en el campo de concentración de Görlitz

A continuación, un fragmento del libro "For the End of Time - The Story of the Messiaen Quartet" de la clarinetista e investigadora Rebecca Rischin, publicado por la Universidad de Cornell, en la que relata las circunstancias del estreno del Cuarteto Para el Fin de los Tiempos de Olivier Messiaen el 15 de enero de 1941 en el campo de concentración Stalag VIII A.

Los ensayos del cuarteto continuaron durante un par de meses hasta el día  en que se dieron los toques finales. El comandante del campo, que había sido comprensivo durante todo ese tiempo con la causa del compositor, decidió celebrar el estreno el 15 de enero de 1941, durante el tiempo regularmente programado para conciertos clásicos: las seis de la tarde. Mientras que los conciertos habituales de los sábados eran seguidos por espectáculos de comedia y variedades, para el estreno del Cuarteto de Messiaen, que tuvo lugar en miércoles, se acordó dedicarle la tarde completa.

Era una ocasión muy especial en realidad, y el comandante del campo se aseguró que sería recordada como tal. Ordenó que se imprimieran programas incluyendo el nombre del campo, el título de la composición, la fecha del estreno, los nombres de los intérpretes, y el sello oficial del campo “Stalag VIII A geprüft” (aprobado por el Stalag VIII A). Fue diseñado por uno de los prisioneros, Henri Breton, con lo que tuvo a mano. Los programas sirvieron también como invitaciones para el evento histórico. Pasquier y sus compañeros músicos distribuyeron los programas al resto de prisioneros, animándoles a asistir al estreno. Cuando se corrió la voz de que se iba a estrenar una obra de un compositor famoso, los oficiales alemanes se vieron abrumados por la cantidad  de peticiones de invitaciones. La demanda fue tal que, a pesar de estar en principio en contra, el comandante del campo dio una autorización especial para permitir a los prisioneros en cuarentena la asistencia al concierto. Asimismo, algunos prisioneros de comandos que trabajaban fuera del campo fueron autorizados a asistir al concierto.

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3 comentarios:

juanluisgx dijo...

Aunque sabemos que los cuatro músicos tocaron en un abarrotado edificio el 15 de enero de 1941, no se ha sabido durante largo tiempo cuántos prisioneros asistieron al evento. Tanto el compositor como su mujer hablaban de miles. Sin embargo, numerosos testigos, incluyendo Pasquier y Le Boulaire, han afirmado que no pudieron asistir muchos que unos pocos centenares de espectadores. En una entrevista, Pasquier estimaba que había unos doscientos asistentes, mientras que en otra aventuraba la cifra de cuatrocientos. Le Boulaire escribió: “dado el tamaño de los barracones que se utilizaron, no pudo haber más de 300-350 espectadores, incluyendo a los oficiales alemanes. De cualquier manera, afirma Pasquier, el barracón estaba lleno”. Incluso desestimando estos testimonios, la estimación de Messiaen parece altamente improbable: qué tipo de sala habría en un campo de prisioneros podría albergar una audiencia de 5000 personas?. En realidad, no había tal lugar en Görlitz, y la posibilidad de que hubiera tenido lugar al aire libre en pleno invierno parece totalmente inconcebible.

De hecho, todos los testimonios confirman que el estreno tuvo lugar en el barracón-teatro, donde se realizaban habitualmente los ensayos, conciertos y los espectáculos de variedades. “El barracón del teatro estaba repleto”, escribe Lauerwald. “Los prisioneros se hacinaban hasta el máximo de capacidad de 400 asientos, no se admitieron más”. El abate Brossard, el clérigo francés que había asistido a la conferencia de Messiaen “Colores y números en el Apocalipsis” estaba en el estreno junto con la mayoría del clero, animados a asistir por el capellán del campo, el Dr. Scholz, y su asistente, el padre Avril. Brossard recuerda que “en la primera fila se sentaron los responsables del campo, oficiales de las fuerzas armadas alemanas. La luz estaba baja, al igual que la temperatura, puesto que estábamos en el medio del invierno, y no había medios adecuados para calentar el lugar. También era difícil porque la nieve acumulada en los barracones caía sobre los otros. Ciertamente, eran las condiciones más adversas para celebrar cualquier tipo de evento público. Las temperaturas invernales habitualmente llegaban a alcanzar los -25 º en esa zona de Silesia. “El suelo y los tejados estaban cubiertos por unos 40-50 cm de nieve, y los cristales de las ventanas estaban helados” escribe Lauerwald. Sólo el calor corporal de los prisioneros mantuvo caliente el barracón, cuenta Pasquier.

juanluisgx dijo...

En esas penosas condiciones, varios centenares de hombres, incluyendo prisioneros heridos que habían sido llevados desde el barracón del hospital y que fueron colocados en camillas al frente del público, esperaban el evento que sería considerado como uno de los grandes estrenos del siglo XX. Cuando finalmente los músicos entraron en escena para la interpretación, debían de tener una extraña apariencia. Messiaen recuerda ir vestido “en la forma más extravagante, con un traje color verde botella de un soldado checo, completamente hecho jirones, y zuecos de madera lo suficientemente grandes para permitir que la sangre circulara a pesar de la nieve que se pisaba”. Pasquier recuerda con humor el aspecto que presentaban él y sus camaradas: “Yo llevaba una chaqueta checa con bolsillos por todas partes. Llevábamos zuecos que nos hacían daño en los pies, era lo que había. Aunque nos mantenían calientes. Messiaen llevaba una chaqueta llena de remiendos. Iba muy mal vestido, gracias a mi. Yo fui el que le ayudó a encontrar la ropa.”
Aunque Messiaen exageró el tamaño de la audiencia, acertó de lleno en la heterogeneidad de la multitud de aquella tarde: “estaban mezcladas las más diferentes clases sociales: granjeros, obreros, intelectuales, funcionarios públicos, doctores y sacerdotes”. Para muchos de ellos era la primera ocasión en la que escuchaban música de cámara por primera vez en su vida, y ninguno de ellos había escuchado nada parecido a la música que se interpretó aquella tarde. Se comprende por tanto la dificultad de los músicos para conseguir que la multitud se calmara y guardara silencio, una multitud tan diversa en nacionalidades como en clase social. Como recuerda Le Boulaire “puedes imaginar que esos espectáculos en el campo de prisioneros se hacían siempre a carreras, se superponían unos a otros. Había ruido. El gran problema, sobre todo, era conseguir un poco de silencio. Era una de las cosas más difíciles de hacer. Nosotros lo conseguimos, aunque no fue fácil!. El cuarteto de Messiaen era una cosa totalmente francesa en aquel momento. Así que no interesaba demasiado a los polacos, aunque había muchos músicos polacos allí... aunque a ese nivel musical, todos estuviéramos un poco perdidos.”

juanluisgx dijo...

Cuando la multitud guardó silencio, Messiaen se levantó. Envalentonado por su conferencia previa sobre “Los colores y los números en el Apocalipsis” para los sacerdotes-prisioneros, que según afirma el compositor “aprobaron sus comentarios”, Messiaen hizo lo que para él fue su “primera presentación de una composición musical”:
“Les dije primero de todo que este cuarteto estaba escrito para el fin del tiempo, sin ningún tipo de juego de palabras sobre la duración del cautiverio, sino para el fin de la noción de pasado y futuro, es decir, para el principio de la eternidad, y que la obra está basada en el magnífico texto del Apocalipsis en el que San Juan dice “Y vi otro poderoso ángel bajando del cielo, envuelto en una nube, con un arcoiris en la cabeza... Su rostro era como el sol, y sus piernas como columnas de fuego. Puso su pie derecho en el mar y su pie izquierdo en la tierra, y estando sobre el mar y la tierra, levantó su mano hacia el cielo y juró por Aquel que vive eternamente: no habrá más tiempo”.