TIENES 57 HORAS PARA CONTESTAR EL TRIVIAL Y CONSEGUIR UNA DE LAS 10 ENTRADAS PARA LA ÓPERA CARMEN DE BIZET EN LOS CINES VAN GOGH - JUEVES 23 DE OCTUBRE´14 - 20H
CARMEN - George BIZET
Grabada en directo en la Ópera Nacional de París / Diciembre 2012
Director musical: Philippe Jordan
Director de escena: Yves Beaunesne
Orquesta, Coro y Coro de niños de la Ópera Nacional de París
Artistas: Nikolai Schukoff, Anna Caterina Antonacci, Ludovic Tézier
en los Cines Van Gogh de León
a las 20h el jueves 23 de octubre´14
Los Cines Van Gogh nos ofrecen 10 entradas para las 10 primeras personas que acierten las respuestas a este TRIVIAL y las envíen a este correo: leon@jmspain.org indicando las respuestas correctas, nombre, apellidos y correo de contacto (sólo se admitirá una respuesta por dirección de correo y por persona, y tendrán prioridad aquellas personas que no hayan participado en el trivial anterior sobre La Traviata).
Tenéis de plazo hasta las 00h del jueves 23 de octubre!!!
Las personas afortunadas recibirán un correo de confirmación y podrán recoger la entrada en la taquilla de los Cines Van Gogh el jueves 23 de octubre presentando el DNI.
1) ¿Quién es el novelista francés que escribió la novela en la que se basó el libreto de Carmen?
2) ¿Dónde y cuándo está ambientada la ópera?
3) ¿Cuál es el oficio de la protagonista?
Carmen, seguramente la ópera más representada de todo el repertorio junto con La traviata, fue un fracaso en su estreno… igual que la obra maestra de Verdi. El pobre Bizet (1838-1874) nunca conoció la gloria, porque murió pocos meses después. Sin embargo, ya hubo una voz autorizada que se atrevió a pronosticar lo que vendría: Chaikovski. En una carta, escribió: “Carmen es una obra maestra en todos los sentidos de la palabra. Estoy convencido de que en diez años será la ópera más popular del mundo”.
¿Qué tiene Carmen para entusiasmar tanto al espectador medio como a los críticos? Su primera gran virtud reside en el libreto. La adaptación dramatizada de Halévy y Meilhac de la novela de Prosper Mérimée se podría representar como obra de teatro y funcionaría, gracias a su sentido del ritmo, a los afilados diálogos y a la presencia de una heroína que desde el principio se convirtió en un icono de la literatura: tal vez no compartamos su estilo de vida o su forma de pensar, pero de la gitana Carmen nos fascina su coherencia, su lealtad a sus principios, tan férrea que no cede ni ante el peligro o la muerte. También empatizamos con la angustia de Don José, que desde sus esquemas conservadores no entiende a su amada, renuncia a todo por ella y se queda con las manos vacías, desesperado. Pero lo mejor es que los libretistas supieron entregar a Bizet un texto que permite que despliegue sus mejores dotes musicales: grandes momentos corales, números cerrados que van de lo humorístico a lo trágico, diálogos que encajan con naturalidad…
Ya tenemos el guión del drama; el segundo aspecto esencial de Carmen es su extraordinaria música. En realidad cualquiera puede disfrutarla sin más explicaciones, pero a continuación intentaremos desgranar algunos de sus rasgos:
1) ESTO ME SUENA
Ninguna ópera contiene tantísimas melodías familiares para el gran público, acostumbrado a oírlas en anuncios publicitarios, películas, series de televisión, dibujos animados, videojuegos… Tan pegadizas que cualquiera podría tararearlas. Y aun así, resisten las innumerables repeticiones y, si cuentan con intérpretes de categoría, nos emocionan como la primera vez. Veamos tres de las más importantes:
Habanera / L’amour est un oiseau: (Tatiana Troyanos, en la mítica versión de 1975).
Toreador. A partir del 2.15, con Samuel Ramey:
1.B) ESTO NO ME SUENA (pero lo hará)
Antes de continuar, tenemos que referirnos a la melodía que más se repite en la obra. Ya aparece en el preludio, que expone tres temas: el primero (0.20) alude a la corrida de toros y a la multitud; exultante, luminoso como el sol de Andalucía. El segundo (1.20), majestuoso y triunfal, pertenece a Escamillo. El tercero (2.28), disonante, dramático es el que ahora nos importa: corresponde al asesinato de Carmen por parte de José, desenlace inevitable de su turbulenta historia. Sirve como leitmotiv de la muerte o el destino.
Ese tema musical reaparece en infinidad de momentos de la partitura. Uno de los más evidentes se produce inmediatamente después de la Habanera. La protagonista, que acaba de echarle el ojo a Don José, le lanza una flor para que se fije en ella. Es un momento relajado, pero ¡atención!, la música nos alerta de los sucesos trágicos que acontecerán más adelante. Min. 4.18.
2) DIME CÓMO CANTAS Y…
Bizet fue un maestro de la caracterización. Los protagonistas, desde sus primeras intervenciones, quedan definidos psicológicamente por su forma de cantar e incluso por la orquestación que los acompaña, muy distinta a la del resto.
El mejor ejemplo, evidentemente, es la propia Carmen. Fogosa, sensual, carismática, como gitana que canta y baila siempre le siguen ritmos de danza, incluso en la sombría escena de las cartas. Volvamos a la Habaneraantes comentada: Bizet presenta a su heroína con una melodía sinuosa, provocadora, que encaja perfectamente con los versos: “El amor es un pájaro rebelde, nadie lo puede enjaular (…) nunca conoció ley alguna (…) vuela a tu alrededor, viene y va, si piensas que lo agarraste, él te evita”. Carmen canta como vive, y la habanera nos cuenta su seducción y su peligro. Atención a la progresión de volumen al final, que comienza suave hasta su advertencia (si te amo, atente a las consecuencias) en fortísimo. Bizet lo puntúa con un uso delicioso del coro. Versión de Marilyn Horne.
En las antípodas de la cigarrera sevillana está Micaela, la inocente (y virginal) amiga de la infancia de Don José. Melodías claras, armonías sencillas, palabras ingenuas y un tono tradicional. No en vano, la madre del soldado la considera la nuera perfecta. En su aparición, comparte un dúo con José, ambos recuerdan su infancia (oímos dos motivos musicales: el mensaje que ella trae de la madre, en el 2.15; que él retoma en el 5.59, y la respuesta del hijo -3.40, la soprano continúa su melodía en el 4.03). Un canto dulce, en tono mayor:
Votre mère: José Carreras y Leontyne Price
En su segunda aparición (acto III), Micaela se mantiene fiel a su identidad musical, con una intervención heredera del bel canto, con agudos de vértigo. Je dis que rien inicia tímida, titubeante, pero la intensidad crece y crece a medida que se siente segura y convencida.
Anna Moffo, una de las mejores Micaelas de la historia, a partir del 1.35.
Su compatriota Don José, un militar conservador y muy católico (frente a los rituales fatalistas de Carmen, como las cartas), se muestra al principio bonachón y provinciano -en el dúo con Micaela que hemos citado antes-. Ya en el segundo acto, cuando ha sido degradado a soldado raso y se debate entre su honor y el amor por Carmen, canta su pieza más larga, la bella La fleur que tu m’avais jetée, cargada de pasión pero aún con un punto de delicadeza. (por cierto, fijémonos en el leitmotiv de la muerte/destino antes de que comience su canto). Aquí, en el 0.28, Plácido Domingo, impresionante; y aquí Jussi Bjorling.
El carácter de Don José es el único que cambia durante la obra, a base de disgustos. Después de huir al monte con Carmen y los demás bandoleros, en el tercer acto se siente fuera de sitio, harto de que Carmen lo desprecie, enfadado con el mundo. Su música, en consecuencia, se vuelve angulosa, compuesta de frases cortantes (ya no esas líricas frases largas del principio), como se observa en el dúo con el torero (por ejemplo, en el min. 2.05, el 3.15 o 4.25).
Y por último, en el clímax del cuarto acto, su canto refleja dolor y resentimiento con melodías disonantes y hasta estridentes. En la plaza de toros, mientras Escamillo -el nuevo amante de Carmen- recibe los vítores del respetable, José se encara con la gitana. Comienza romántico, rogándole su amor; pero al ver que ella se mantiene firme, grita y la amenaza con su daga. Bizet crea una escena inolvidable: opone la desesperación de él con el derecho a la libertad personal de ella, y combina -en una especie de montaje paralelo- el júbilo de la corrida de toros en la lejanía con el asesinato en prier plano: regresa el tema de la muerte, más siniestro que nunca en las cuerdas graves. ¡Qué sentido del dramatismo!, lo ensalzó Kurt Pahlen.
(Domingo y Berganza). Creciente desesperación de José (min. 5): “Ya no me amas? (…) Yo te adoro! Y si es necesario, seré un bandido, haré lo que quieras… pero no te alejes de mí”. Ella intuye que va a matarla, pero lo rechaza sin miedo en un alegato inolvidable (6.05): “Jamás Carmen cederá! Libre nació y libre morirá”. Inmediatamente después oímos desde bambalinas el eco de la corrida de toros. Hasta que en el 7.25 suena el motivo de la muerte, y ya imaginamos cómo acabará esto. José se enfurece: “De modo que he perdido mi alma por ti para que tú te marches con otro”. La ópera culmina con el leitmotiv de la tragedia (9.19) y la desolación del militar.
Por terminar con las caracterizaciones de personajes, qué decir de Escamillo, el torero. La marcha es perfecto acompañamiento a su arrogancia, machismo y valor. Los seguidores lo jalean a su llegada. Él, en Votre toast, primero describe -en tono menor, una melodía poderosa, dramática- el heroísmo del torero (“los combates son para ellos un placer; es la fiesta del valor”). Después, en la parte central del aria, la celebérrima Toréador (min. 1.30 en el vídeo), se refiere a las mujeres de una forma romántica y hasta soñadora (“el amor te espera”), razón por la cual modula a tono mayor. La melodía en menor regresa en el 2.30, puntuada por las cuerdas y los vientos marciales (“¡el toro vuelve a atacar!”), y a su vez el tema romántico del toreador (min. 4.00), con precioso acompañamiento de trompa y pizzicato de cuerdas. Aquí, con Justino Díaz.
3) PASIÓN, DRAMA
Para muchos expertos, el verdadero poder de esta ópera es el contraste entre la jovial y confiada música de los gitanos y los toreros con el sonido progresivamente torturado que acompaña a José y a la cigarrera.
“Músicos, hacedme reír o llorar, encadenadme, abatidme, raptadme”. Bizet exigía pasión, y la ofreció en Carmen con números tan irresistibles como el baile de las gitanas al comienzo del segundo acto, Les tringles des sistres.Una música contagiosa que poco a poco se va acelerando, con una energía volcánica. Aquí, Teresa Berganza.
Poco después, aparece Don José, salido del calabozo por su acto de rebeldía, y su amada baila para él con castañuelas. El sentido dramático de Bizet vuelve a brillar al final de esa escena, cuando se superpone la danza de Carmen con el toque de corneta: él pretende acudir a la llamada del ejército, lo que a ella la enfurece: ¡Vete, idiota! (y el recurrente leitmotiv de la muerte reaparece como una serpiente). Aquí, a partir del 2.57.
Otra escena de gran fuerza dramática es el trío del tarot del tercer acto, cuando las gitanas consultan su futuro en las cartas frente al fuego. A Frasquita y Mercedes no les irá mal, pero cuando interviene Carmen, todo se oscurece. La fidelidad a su libertad y la aceptación de su destino -es decir, de la muerte- imprime a Carmen la fuerza y el valor que demostrará en el dúo final con José, mientras que él lucha contra sí mismo en una imparable degradación moral. Atención a cómo Maria Callas, más dramática que ninguna, repite “toujour la morte” (2.35).
4) MÚSICA ESPAÑOLA SIN PISAR ESPAÑA
No deja de resultar fascinante que una de las obras que mejor han reflejado el carácter andaluz en la historia de la música la compusiera un autor francés que ni siquiera había estado en nuestro país.
En la segunda mitad del XIX, con el auge del transporte marítimo y ferroviario, se puso de moda lo exótico, en especial Oriente. Como Meyerbeer (La Africana), Gounod (La reina de Saba) o Delibes (Lakmé), Bizet ya había situado en Ceilán Los pescadores de perlas, o en Arabia Djamileh. Para retratar el “aroma musical” español, consiguió efectos magníficos en la orquesta. Por ejemplo, en la fabulosa seguidilla, en la que Carmen usa todos sus encantos para atraer a Don José, las cuerdas en pizzicato producen un efecto similar a la guitarra: Près des remparts, con Teresa Berganza, a partir del min. 1.
Aquí, Anna Caterina Antonacci, a partir del min 1.
Referente histórico, Victoria de los Ángeles.
El sabor mediterráneo, en rítmica y armonía, vuelve a resultar evidente en el Preludio Aragonés del cuarto acto. No solo por la presencia de instrumentos como las castañuelas o la pandereta, sino por el uso de la cadencia andaluza (min. 1.25). Es la progresión armónica más típica del flamenco, cuatro acordes seguidos (un descenso de tres tonos y un semitono que empieza en el acorde de tónica y concluye en el de dominante, su quinto grado). Es más fácil oírlo que explicarlo. Aquí a partir del 0.20.
En este tipo de detalles, Bizet reflejó conocimiento y amor por la música española. También supo copiar: reconoció basarse en tonadas folclóricas (como el Tra-la-la con el que Carmen reta a Zúñiga cuando está arrestada), entre ellas, por error, una canción de Sebastián Iradier, El arreglito, que evidentemente procedía de Cuba. De ahí el carácter “fronterizo y mestizo”, según Daniel Barenboim. A partir del 0.35 la melodía criolla de El arreglito nos sonará.
5) EL TOQUE FRANCÉS
A pesar del uso de melodías populares, la partitura nunca roza la vulgaridad: Bizet, como buen francés, era un prodigio de refinamiento y moderación. Un ejemplo significativo sucede al final del aria de Don José que ya hemos oído, La fleur que tu m’avais jetée. El autor dejó escrito y subrayado el pianísimo (PPP) “sobre el aliento” del si bemol agudo del final (“Et j’etais une chose à toi”). La mayoría de tenores se inclinan por cantarlo en forte (FF) como momento de lucimiento, pero algunos, como José Carreras, comprendieron que Don José está declarando su amor a Carmen, y eso no se hace gritando, sino susurrando. Un final precioso en falsete (min. 3.30), (compárese con Alagna, min. 3.10)
La orquestación es elegante, cuidada, sutil, colorista. Bizet emplea los vientos madera como protagonistas, como un elenco de cantantes individuales que casi siempre llevan la iniciativa. Por ejemplo, en el preludio del acto III, la flauta se encadena con el clarinete y el oboe en la descripción de la noche y la quietud de la luna.
En el coro Dans l’air, los vientos madera no solo acompañan, sino que introducen los temas (clarinete en el 1.30, oboe en el 3.05)
En la Seguidilla, la flauta asume la misma importancia que la soprano, y sus voces se intercalan (1.43).
Antes, en el coro infantil del inicio (Avec la garde montante) el uso de los instrumentos más agudos (flautines, violines, trompetas) responde a que los niños ven desfilar a los soldados y los imitan. Al ejército “adulto” le corresponden los metales pesados (trombones, tubas…).
Como vemos, no todo en Carmen son coros enérgicos y números populares. La claridad de ideas de Bizet hace pensar en Mozart; su gracia, en Rossini. En el segundo acto, el quinteto de las gitanas y los ladrones es de una finura propia de los concertantes de Las bodas de Fígaro. Min. 0.50.
En Carmen, en definitiva, conviven la ligereza y la tragedia, el espectáculo y el intimismo. Todo con una sensualidad y un carisma propios de un genio de la música en estado de gracia.
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